Un vino artesanal es un producto que no se ha sometido a un proceso industrial.

Es un procedimiento ancestral que trata un producto vivo como la uva, en otro igual de vivo como es el resultado que tienes embotellado.

Prácticamente todas las grandes bodegas, corrigen sus caldos en todo el proceso de producción para que cuando tú degustes el resultado final te recuerde a lo que has comprado otras veces.

Todos los años el mismo sabor, olor, textura… añada tras añada, ¿Cómo es posible si cada año las condiciones climatológicas varían, e, incluso, la vendimia suele cambiar?

En el mundo de el vino las grandes compañías venden productos para corregir lo que la naturaleza no hace por sí misma,

Ella posee la gracia y la diversidad. Se puede cambiar prácticamente todo, desde lo básico como la acidez, el color, etc., hasta los taninos. Incluso mantener el sabor o el toque de la madera.

Estos productos se añaden al producto final, consiguiendo que año tras año los vinos comerciales sepan igual.  Si te gusta investigar más te dejo unos enlaces para que compruebes por ti mismo lo que se puede añadir al vino industrial. 

En una bodega industrializada se clarifica el resultado añadiendo productos químicos o usando procedimientos mecánicos para filtrarlos y aclararlos, son procesos rápidos y poco costosos.

Sin embargo, en una elaboración artesanal, la clarificación y filtrado se realiza en la misma barrica: durante meses el vino está estable a temperatura constante y en reposo, madurando en su interior.

Esta situación hace que las moléculas se unan entre sí y decanten de una manera natural, al fondo de la barrica.

Cada 4 meses el vino se trasiega, sacando el contenido y retirando los posos que acaban depositados en el fondo, este proceso es lento, costoso y sobre todo, manual, por lo que la mayoría de las bodegas lo obvian, utilizando equipos sofisticados y productos químicos para clarificar y filtrar, consiguiendo que parte del sabor y estructura se pierda.  

Los vinos artesanales son productos naturales vivos y se estropean como cualquier alimento.

Si dejas un par de horas un vino artesanal en el maletero del coche en verano, seguramente se estropee,

Al igual que cualquier otro alimento. La industria para evitar que esto ocurra, añade conservantes y estabilizantes para que un vino pueda estar durante meses en un stand de un centro comercial sin que pierda ninguna de sus características.

Para evitar que un vino artesanal se estropee, piensa que es un alimento perecedero y con unos mínimos cuidados tendrás un vino natural para disfrutar o deleitar a tus acompañantes.

Cuando un vino se embotella, empieza un proceso evolutivo que hace que nuestro mosto mejore en sabor y textura año tras año. Uno de los procesos que intervienen consiste en que los ácidos tartáricos presentes en el vino se van uniendo, formando partículas más grandes.

Estas partículas forman cristales y se precipitan en la botella.

Cuando vemos una botella de vino con posos, la mayoría de las veces, son precipitados de ácido tartárico, que ocurren de manera natural, siendo sinónimo de que ese vino ha evolucionado correctamente dentro de la botella.

Un vino con posos no es un vino estropeado. Normalmente se desconoce este proceso natural y para la industria no es correcto que una botella tenga posos.

Para evitarlo, añaden productos químicos anulando esas uniones naturales, evitando que un vino mejore correctamente. Un vino artesanal con precipitados de ácido tartárico es sinónimo de calidad y de que se ha conservado correctamente.

Transmitamos el mensaje y no consideremos “malo”, un vino con posos, pensemos que tenemos un vino mejor que hace un año. Para evitar la ingesta de estos cristales, solo hay que verter el vino poco a poco en la copa, sin volcar del todo la botella, los cristales permanecerán dentro.